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Paraguay y su gente

Tanzen

Antes que nada quiero destacar algo que todos sabemos, y es la importancia que tienen las relaciones humanas en nuestra vida en general, y la buenas relaciones en particular. Aunque es notorio ver cuán maltratadas y devaluadas están en estos tiempos.

No voy a hacer una exposición de motivos de las causas, sino mas bien, poner manos a la obra para volver a darles el lugar y el valor que tienen que tener, y que luego, la lógica consecuencia de esa tarea sea una mejora en la calidad de las mismas. Y solo porque simple y llanamente quiero revalorizar mi vida, la de mi entorno y la de la gente que forme parte de ella.

En la vorágine de las ciudades y en la rutina diaria de dedicar tanto tiempo para cumplir con obligaciones -muchas sin sentido real y valioso para nuestra vida, pues sin impuestas desde fuera- se torna en una tarea difícil. Pasa el tiempo y muchas veces no nos damos cuenta que quizás cuando sentimos insatisfacción, enojo, descontento o depresión, se debe a un desequilibrio con nuestro interior y con nuestro entorno, y esos sentimientos o sensaciones poco edificantes no nos permiten vivir mas satisfactoriamente.

Y para remediar eso, mi esposo y yo decidimos revalorizar nuestras vidas y elegimos Paraguay, en el campo, en contacto con la naturaleza, con la tierra, con el sol y al aire libre, poniendo nuestras mejores intenciones, nuestra voluntad y trabajo para lograrlo.
Y con el deseo de encontrar en este camino a otras gentes que compartan con nosotros este desafío, es que quiero contarles sobre la gente de Paraguay.
Yo ya conocía algunas historias que me hablaron de la calidez, amabilidad y disposición a tender una mano de su gente y tuve oportunidad de comprobarlo estando aquí.

Y estos son sus protagonistas:

Vicky mi anfitriona y su familia.

Consideré que una forma de comenzar a conocer un poco sobre los paraguayos era tener una experiencia con una familia local y no me equivoqué.


En su casa, donde reservé una habitación durante un mes, me sentí desde el primer instante en una ambiente hogareño. Toda la familia fue muy atenta, me brindaron su amabilidad y simpatía de corazón. Les gusta mucho hablar de su país. Me contaron historias llenas de realismo, con sus luces y sombras, pero con una mirada amorosa y así me lo transmitieron. Una linda familia, abierta, amable y contentos de recibir a los visitantes. Gracias a todos ellos.

Raquel y su familia.

Quienes hayan tenido la oportunidad de viajar, saben que en los viajes suelen pasar cosas imprevistas que luego se transforman en anécdotas para recordar y contar. En mi primer viaje a este país, tuve la oportunidad de constatar de primera mano aquello que me habían contado sobre la amabilidad de los paraguayos. Fue precisamente por uno de esos imprevistos, que conocí a Raquel, su esposo, y más tarde también al resto de su familia.

Aunque el hecho de conocerlos no fue un imprevisto, pues yo había coordinado con ellos una cita para ver una propiedad, lo que sucedió después si lo fue. Y es que, la cita la realizamos un día muy caluroso – algo normal en Paraguay- y los más probable es que todavía mi cuerpo no se había adaptado a esas temperaturas y en consecuencia sufrí un golpe de calor que me impidió, no solo, no terminar de ver su propiedad, sino también, suspender las visitas a otras propiedades que tenía programadas.

Y la grata sorpresa que me llevé fue que, al verme así, casi arrastrada por el suelo del malestar -ja ja ja, lo recuerdo y me da risa- Raquel sin dudarlo, me ofreció su ayuda. Ella no me permitió conducir, debido a mis capacidades mermadas, así que seguramente desviándose de su camino y postergando los planes que pudiera tener para ese día con su familia, condujo por mi y me llevó a casa, y en los siguientes días estuvo pendiente de mi mejora con mensajes y palabras amables.

Y por esas cosas que tiene el destino, en ese viaje de regreso a casa, conversando conectamos de una forma especial y las dos sentimos que podría ser el inicio de una bonita amistad, así que también sin dudarlo y yo feliz por ello, me invito a compartir con ella y su familia, primero una cena y luego todo un día que me dedicaron para llevarme a conocer un poco más de Paraguay. Gracias a Raquel y su familia.

El joven mecánico

Pues si, cierto es que este mi primer viaje tuvo muchos imprevistos, y otro fue saliendo con el auto de un aparcamiento en el centro de Asunción. Calculé mal el espacio y me lleve por delante el cordón de la vereda con un resultado casi cantado, la rotura de un neumático.

Y allí estaba ese joven tan amable parado en una esquina esperando que su semáforo se ponga en verde para cruzar y con el ruido del reventón del neumático llamé la atención de mucha gente que estaba allí, (era la hora pico en la tarde de Asunción). El joven creo que me miró con cierta indulgencia, y me tendió su mano ofreciéndose a realizar el cambio por la rueda de auxilio.

Se que seguramente a mas de uno le ha pasado algo similar alguna vez, es solo que en mi caso, yo lo valoré mucho porque nunca había cambiado una rueda. Y lo más notable fue que no quiso aceptar ninguna compensación económica, lo hizo sin esperar nada a cambio.

Tuve que insistir casi tercamente para que lo aceptara. Gracias a el joven mecánico.
Además de estas historias personales también debo decir que, en lineas generales, en los lugares donde estuve de visita, la gente es amable, atenta, calmada y respetuosa y contentos de que la gente quiera conocer su país tal como es. Me gustó.

Estoy segura, que tendré más historias como éstas para contarles, tanto de los paraguayos como de otras gentes que les gusta vivir aquí.